La cumbia mestiza de Chicha Libre inaugura el Guacamayo Fest
 31 May 2014 Adolfo Luján 
Madrid, 1 de junio de 2014. La “chicha”, la cumbia que solo se bailaba en los barrios pobres de Lima (Perú), fue la encargada de abrir anoche el Guacamayo Fest con la actuación de Chicha Libre, con la que el público de la sala Caracol enloqueció literalmente. La primera edición de este festival reúne en Madrid los días 31 de mayo y 6, 14 y 20 de junio las distintas tendencias sonoras latinoamericanas, desde el incombustible Celso Piña, conocido como “el rebelde del acordeón”, al colectivo músico-visual Systema Solar, ambos colombianos. Según la organización, el proyecto pretende servir de puente intercultural entre América y Europa a través del trabajo conjunto de los agentes culturales y sociales y acercarse a “las distintas culturas y tradiciones del espacio latinoamericano desde una perspectiva multicultural y diversa”. Además de los conciertos, la programación cuenta con charlas sobre la influencia de los ritmos descendientes de África, proyección de documentales, talleres, encuentros con los artistas y un “picnic tropical” a cargo de un productor que realiza eventos musicales sin utilizar la red eléctrica. Como el propio festival, Chicha Libre, una banda asentada en Nueva York y compuesta por franceses (Olivier Conan y Vincend Douglas), norteamericanos (Nicholas Cudahy y Joshua Camp), una mexicana (Karina Colis) y un venezolano (Neil Ochoa), mezcla ritmos tropicales con el surf y la psicodelia, inspirados en la música peruana de la capital y el Amazonas. “La chicha era considerada la cumbia de los ladrones, de la clase baja, y estaba muy mal vista por la gente más pudiente”, explicaba el pasado viernes Olivier Conan, que descubrió este estilo en Lima buscando música criolla, durante el encuentro con seguidores y periodistas que tuvo lugar en la librería Traficantes de Sueños. Una cita en la que muy poco se habló de sus discos porque el debate giró en torno a la perspectiva social de la música en América Latina. “A diferencia de lo que ocurre en Colombia, donde los autóctonos se sienten orgullosos de sus ritmos y los viven y los disfrutan, en México solo se escucha música estadounidense, la que ponen en la radio y la televisión, porque lo demás parece que no está altura”, compartió en la charla un periodista nacido allí. Algo parecido sucede en Perú, comentaban los asistentes, un país con ciertos complejos para sentir como propios sus ritmos tradicionales. “La chicha no era conocida fuera de los barrios pobres”, decía el líder del grupo. “Muchas veces tiene que venir gente de fuera para que aprecies lo bueno que tienes”. A pesar de todo, ellos no pretenden competir con los puristas, aclararon, si es que ese concepto tiene sentido en un género que nace del mestizaje musical: “Nosotros hacemos freestyle”.

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