Una red ciudadana evidencia la desprotección de los refugiados sirios en España
06 Oct 2015
Juan Zarza
Madrid, 7 de octubre de 2015. Fue a principios del pasado mes de septiembre, en la plaza de Agustín Lara, donde activistas y vecinos del barrio de Lavapiés decidieron reunirse por primera vez, de forma espontánea, para tratar posibles vías de apoyo a los migrantes sirios que, aún hoy, chocan contra las fronteras europeas en una desesperada huida de la guerra que ya perdura más de 4 años en su país. Bajo las ruinas restauradas de un edificio que recuerda los efectos de la guerra civil que asoló España, esta incipiente asamblea valoraba que quizás había llegado el momento de arremangarse y asumir que la sociedad no podía seguir dando la espalda al conflicto sirio, una guerra enquistada y alimentada por el autoritario Bashar Al Asad, aferrado al poder.
Las redes sociales y algunos medios de comunicación comenzaban aquellos días a mostrar imágenes de las precarias condiciones en que eran acogidos en el ‘campamento de retención’ de Rözske las familias sirias que lograban llegar a Hungría atravesando su frontera con Serbia. Esto ocurría antes de que las autoridades de dicho país decidieran bloquear esta entrada mediante una valla de concertinas construida por presidiarios, y dispersar con camiones de agua a presión a quienes tratasen de atravesarla. Por otro lado, se producía en el Mediterráneo una terrible oleada de muertes de migrantes que, en manos de mafias sin escrúpulos, fracasaban en su intento de arribar a las costas de Europa. Sabemos que otros han optado por la ruta del norte de África, recorriendo Egipto, Libia y Argelia para tratar finamente de entrar a Europa a través de Ceuta y Melilla. Ante esta dramática situación y quedando patente la vergonzosa lentitud por parte de los gobiernos europeos para dar soluciones reales a este éxodo y cumplir con los acuerdos en materia de derechos humanos, se improvisaba en Lavapiés esta asamblea, con la intención de crear en Madrid una red ciudadana que tratase de paliar el deficiente servicio que las instituciones públicas ofrecen a estas personas.
La primera propuesta consensuada por este grupo consistió en convocar una manifestación en el centro de la capital para visibilizar el problema y lanzar un mensaje a la sociedad. Bajo el lema “por una política europea responsable, bienvenidos refugiados”, alrededor de 7.000 personas asistieron a dicha protesta, que estuvo respaldada por la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio (AAPS) y que finalizó a las puertas del Ministerio de Asuntos Exteriores. Con excepción del grupo político Podemos, el resto de partidos y sindicatos decidieron no vincularse a esta iniciativa.
Hecho aquel llamado a la sociedad y a los gobernantes, esta red de acogida pasó a la acción. Tenían noticias de que un creciente flujo de migrantes, en su mayoría procedentes de Siria, hacía parada en Madrid para continuar hacia sus lugares de destino. Viendo que este podía ser un buen punto de partida para entrar en contacto con ellos y ofrecerles ayuda, se pusieron manos a la obra. Así nace la red de acogida ciudadana.
Ahora, un mes después de aquella primera reunión, este colectivo cuenta con unos 400 miembros que se coordinan a través de grupos en redes sociales para distribuir tareas y trabajar por turnos en los principales lugares de recepción. Portando carteles con la frase “Bienvenidos refugiados, podemos ayudaros” escrita en lengua árabe, se sitúan en los principales puntos de llegada desde el sur. Cada día, decenas de personas, no sin ciertas reticencias por miedo a que se trate de una trampa y acaben siendo deportados, aceptan el ofrecimiento y solicitan la ayuda de estos activistas. Comida, alojamiento o asesoramiento sobre transportes son algunas de las necesidades que manifiestan los viajeros.
La red de acogida ciudadana ha elaborado un listado de personas dispuestas a ofrecer alojamiento temporal en sus propias casas a estos refugiados – los calificaré así a pesar de que aún no han obtenido tal consideración por parte del Gobierno de España –. En es
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