Naomi Klein: “Es el momento de fusionar las fuerzas antiausteridad con el movimiento contra el cambio climático”
25 Mar 2015
Adolfo Luján
Madrid, 26 de marzo de 2015. “Deberíamos entender el cambio climático como un mensaje que nos manda la naturaleza: el de la necesidad de un modelo económico diferente que sea justo y sostenible”. Con estas palabras invita Naomi Klein a pensar de manera diferente en un cambio climático que, sostiene, “no resulta tanto de las emisiones de carbono, como del modelo económico neoliberal en sí mismo”; un modelo “basado en el crecimiento sin cortapisas” que ha llevado al planeta “a una situación límite” y que “está desahuciando a mucha gente la propia civilización”.
Fue durante la presentación en Madrid de su último libro, Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima que tuvo lugar a las 19.30 de la tarde de ayer en un abarrotado Círculo de Bellas Artes y en el que Klein lanzaba un mensaje claro: no sólo no debemos tener miedo al cambio climático sino que debemos ver en él la posibilidad de cambiar este sistema.
“Si el cambio climático fuera el único problema derivado del capitalismo, les daría la razón a quienes dicen que no se puede cambiar el sistema, pero este sistema pone en riesgo nuestras vidas en muchos sentidos” sostiene Klein que, lejos de mostrarse catastrofista, desprende una gran dosis de optimismo. “Es la posibilidad de convergencia entre las fuerzas que luchan contra el sistema económico y la urgencia de la crisis climática, que nos pone un plazo final, lo que me da esperanza”, añade. Y defiende, por eso, que “es el momento de fusionar las fuerzas antiausteridad con el movimiento contra el cambio climático”.
Parte de la idea de que los tiempos de crisis son “una oportunidad única” para profundizar en la democracia. “Hay precedentes históricos que así lo demuestran”, asegura. Pero esto no ha sucedido después de 2008 y el motivo, en su opinión, es “que hemos dicho muy claramente lo que no queremos, pero nunca hemos tenido una contranarrativa convincente, que sea una alternativa a la de la austeridad”. El cambio climático, en este sentido, es la clave; lo que “lo cambia todo”. Porque es “la contranarrativa más potente que tenemos contra la lógica brutal capitalismo”.
Su argumento se basa en las posibilidades que ofrece lo que ella define como “transición energética” como instrumento para combatir “la guerra de la austeridad”. En este sentido habla de nuevas formas de profundizar la democracia y, con ellas, democratizar la energía; de la creación de puestos de trabajo que supondría una apuesta por las energías renovables, de una “explosión de la propiedad participativa” en relación, precisamente, a las empresas energéticas y de la aparición de cooperativas energéticas en el ámbito local como una manera de luchar contra la austeridad. Pero también se refiere a otros “elementos básicos para afrontar el cambio climático” como, por ejemplo, transformar la forma en que nos movemos. “Si quieres reducir el uso del coche, no puedes privatizar el transporte público, ni el sistema ferroviario, ni las compañías aéreas que son, además, sectores clave de la economía”. Se trata, en definitiva, de cambiar de forma radical el sistema político y económico que se ha impuesto en las últimas décadas, y de hacerlo a través de la lucha contra cambio climático.
Esta lucha, insiste, “entra en conflicto con la lógica del liberalismo” y choca de frente con los intereses de un sistema energético privatizado, e integrado por grandes compañías que “sólo buscan maximizar el beneficio” y que “te ven como el enemigo por utilizar paneles solares”. Por eso, dice, “no van a ponérnoslo fácil”. Por eso “Alemania trata de imponer a los países del sur de Europa la privatización, la liberalización y la austeridad, sacrificando la lucha europea contra el cambio climático, mientras en el interior de su país apuesta por recuperar el control de lo público”. Y por eso, añade, debemos “evitar la firma de un tratado de libre comercio que impida invertir la dirección”. Y asegura que podemos hacerlo.
Para lograrlo, “
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